[Luis Marcos Núñez]

Con todos mis respetos para las sabias personas que aquí se citan, quisiera desarrollar algunas consideraciones respecto al tema que nos ocupa.

Hay quien opina que no era posible que un faraón, cualquier faraón, se atreviera a subyugar a un pueblo que podía fácilmente superarlo en número. Y por la misma razón, se dice que resulta incomprensible que un pueblo que en un momento determinado (los israelitas) pudo censar a 600.000 soldados, temiera al mismo tiempo a un ejército de 600 carros de combate, 50.000 jinetes y 200.000 infantes. Puede parecer que el número decantaría claramente la victoria de uno de los dos lados ¿verdad? Pues esto no está tan claro, me parece a mí.

Según el registro bíblico, en Egipto solo entraron 70 antepasados originales del pueblo hebreo (Génesis 46:26,27), y en el transcurso de poco más de dos siglos ya se habían convertido en un pueblo populoso, tanto que unos 100 años después de eso un faraón (Seti I (?) decidió esclavizar a todos los hebreos para mantenerlos bien controlados por imaginar que estos un día se alzarían contra los egipcios, Éxodo 1:8 al 14. De eso se trataba, de controlar a unas gentes que no le caían simpáticas al faraón y a muchos otros egipcios, pero que se habían convertido en una mano de obra barata imprescindible. Y el pueblo hebreo se sometió y colaboró. No se atrevieron a alzar la mano contra sus opresores egipcios. ¿Cómo llamaríamos hoy a la conducta que tuvieron aquellos hebreos para con sus amos egipcios? Yo creo que esa conducta se llama “Síndrome de Estocolmo”. Este síndrome es un estado psicológico en el que la victima que es retenida contra su voluntad acaba desarrollando una complicidad con sus captores.

El ejército egipcio era altamente especializado, lo mejor de lo mejor en aquellos tiempos. Constituían una maquinaria militar aplastante y temible. Los hebreos, aunque un censo sacase a la luz 600.000 posibles combatientes, eran pastores, agricultores, jamás se habían adiestrado para la guerra, y en ese momento no existía un cuerpo organizado de defensa. Así que el temor hacia el temible ejército egipcio estaba más que justificado. Incluso cuando al fin los israelitas se dieron cuenta de que les perseguían los soldados egipcios, fijaros la queja que expusieron a Moisés: “Cuando Faraón logró acercarse, los hijos de Israel empezaron a alzar los ojos, y aquí venían los egipcios marchando tras ellos; y a los hijos de Israel les dio mucho miedo, y empezaron a clamar a Jehová. Y se pusieron a decir a Moisés: “¿Es porque no hay absolutamente ninguna sepultura en Egipto por lo que nos has traído acá a morir en el desierto? ¿Qué es esto que nos has hecho, al habernos sacado de Egipto? ¿No es esta la palabra que te hablamos en Egipto, diciendo: ‘Déjanos, para que sirvamos a los egipcios’? Porque nos es mejor servir a los egipcios que morir en el desierto”, Éxodo 14:10 al 12.

Lo que sucede es que muchos expertos actuales tienden a dudar de las cifras provenientes de documentos antiguos, y esto no sucede únicamente con la Biblia, también ocurre con los relatos de Herodoto, por ejemplo. Muchos expertos actuales creen que una muchedumbre tan grande tendría unos problemas logísticos tan grandes, que la cifra que registraron los escritores originales tiene que estar equivocada, y que en vez de 603.500 tienen que haber sido solamente 6.035. Pero mirando así las cosas, parece que dejamos un factor clave fuera de la escena: la intervención de la Providencia Divina. Sin esta intervención hubiera sido imposible que todo un pueblo de varios cientos de miles de personas vagaran 40 años, ¡40 años!, por el desierto.

Respecto a lo de que la Biblia dice que los pueblos de Canaán eran tan numerosos como los propios israelitas es cierto, eso lo podemos leer en la Biblia, pero ¿quiénes fueron los que hicieron esa declaración atemorizante? Los que así hablaron fueron 10 de los 12 espías que Moisés envió para averiguar cuál era la condición de la Tierra Prometida. Estos se atemorizaron ante lo que vieron, y en su informe contagiaron al resto del pueblo israelita de temor morboso, con la consecuencia de que tardaron casi 40 años en volver a intentarlo (Números 13:1 al 33). Todas las pruebas arqueológicas indican que en Canaán había pequeños reinos independientes, ciudades estado que en su mejor momento pudieron contener unos 10.000 habitantes más o menos, pero los espías israelitas no confiaron en sí mismos ni en su Dios y terminaron acobardando al pueblo entero.

Por todo ello, y con mis respetos para los entendidos cuya opinión se ha citado aquí, doy crédito al informe de la Biblia tal y como lo podemos leer nosotros directamente. Por eso creo que aquel pueblo hebreo que protagonizó el éxodo se componía, verdaderamente, de entre 2.500.000 y 3.000.000 personas. Saludos.