Curiosidades históricas.
Recientemente he realizado un viaje por Extremadura, una región de España antaño devaluada pero hoy felizmente rehabilitada. Es una región con variopintos paisajes, con muchas cigüeñas y aves de presa en sus cielos, con unos pueblecitos preñados de historia en los que podemos encontrar desde castillos hasta iglesias monumentales medievales, también importantes restos de los romanos y, por supuesto, de los árabes.
Hoy, sin embargo, quisiera contar una pequeña historia de la España de los siglos XVI y XVII. Solo se pueden ver en tres lugares de la provincia de Cáceres, en el pueblo de Santibañez el Alto, en el pueblo Torre de Don Miguel, y en el pueblo de Moraleja, se trata de una especie de columnas que podrían pasar sin pena ni gloria para quien no estuviera al tanto, pero que en sus días cumplieron un cometido ejemplarizante.
Los lugareños los conocen con el nombre de Rollos, pero históricamente son más conocidas como “picotas”. Se cuenta que en unas cadenas que pendían de estas columnas sujetaban a todos aquellos individuos que eran cogidos en actos de fraude con las pesas o que directamente robaban. Los dejaban allí encadenados para su vergüenza pública, todos los que pasaban por el lugar los veían y se enteraban de lo que esos pobres desgraciados habían hecho. Desconozco cuántas horas permanecían atados a la picota, pero se supone que al menos por aquellos lares ya no volvían a delinquir más. Las Cortes de Cádiz (1810 a 1814) suprimieron definitivamente este tipo de castigo.
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